El Poder del Kion
Su sabor picante y alimonado es una seña de identidad de la cocina asiática, tan sano como el ajo, sus propiedades medicinales son objeto de un número de investigaciones. Originario al parecer, de alguna zona tropical de Extremo Oriente, el cultivo del kion se ha extendido por casi todas las regiones tropicales.
Las múltiples virtudes que se
atribuyen al kion se deben sobre todo a su riqueza en aceites volátiles.
También poseen sustancias fenológicas, enzimas proteolóticas, ácido linoleico,
vitaminas (especialmente vitamina B6 y vitamina C) y minerales (calcio,
magnesio, fosforo y potasio).
Por tal motivo se ha convertido en un
remedio natural muy versátil y para los:
- Mareos: Reduce los síntomas asociadas al mareo, resultando útil para las mujeres embarazadas.
- Actividad muscular: presenta un alto grado de magnesio, calcio y fosforo, que participan activamente en la contracción muscular y en la transmisión del impulso nervioso, útil para la debilidad muscular.
- Calorífico: el kion puede ayudar a la sudoración, y es muy útil para resfriados y gripes.
- Antioxidante: el kion es rico en antioxidantes, que retardan el proceso de envejecimiento.
- Antiinflamatorio: los principales activos del kion y responsables de su sabor distintivo, son aceites volátiles, bueno para las personas con artritis reumatoide experimentan alivio en su dolor e hinchazón.
- Anticancerígeno: los kiones pueden inhibir el crecimiento de células de cáncer colorrectal, como sugieren los resultados de distintos estudios.
- Etc.
Su sabor en la cocina es único,
decirse de él que su sabor es cálido, exuberante y especiado. Que recuerda a
los cítricos, especialmente al limón; combina bien con la salsa de soja, el
vinagre y condimentos. Añadido solo enriquece cualquier alimento como el
pescado, el arroz, las verduras o las frutas.
Pero en dosis altos puede producir
gastritis y no se recomienda consumirlo en caso de ulceras gastroduodenal. A
las embarazadas y madres lactantes se recomiendan en dosis bajas y durante
periodos cortos. Tampoco conviene a niños menores de 6 años.
Fuente: cuerpomente.es
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